sábado, 9 de septiembre de 2017

Mont Tremblant (I) Más agua

Entre el viaje y la necesaria colada de ropa interior, llego a Mont Tremblant a las tres de  la tarde. Lleva todo el día cubierto, pero no llueve. En la oficia de turismo me atiende una señora sumamenre eficiente. Cuando le digo que quiero ir al parque nacional, me advierte hay que pagar entrada. Mañana es gratis por no sé qué motivo, pero hoy se paga entrada. Vale. Ella insiste: hoy se paga y ya son las tres de lavtarde. Es tan rápida hablando y tan convincente, que estoy  a punto de renunciar a una excursión. Por una entrada de 6 €. Con lo que he invertido para venir al Canadá, casi dejo de entrar en un parque parque nacional por una mísera media docena de euros.
Le dejo hablar un poco más, le pido que me reserve una excursión en kayak para mañana y me voy con un puñado de mapas hacia el parque (aunque a ella le digo que voy al pueblo, para no frustrarla). De momento sigue sin llover, aunque amenaza. Llego al parque poco antes de las cuatro. Me pongo el anorak y la mochila, cierro las puertas del coche y se abren las compuertas del cielo, como se ve en la primera foto que tomo de un lago del parque.


Da igual, iré de excursión. El bosque está mojado (yo más) y a la vez precioso (yo, lo justo). A pesar de la luz amortigada de la tarde, todo brilla. Hoy descubro los árboles subidos a las rocas. Hay muchos, crecen sobre rocas a las que se abrazan con las raíces.


Sigo esta segunda excursión de agua. Llego al lago del pez, que me recibe con un chaparrón mayúsculo. Me tengo que refugiar bajo un abeto.

En el camino de vuelta amaina un poco y encuentro una verdadera escultura natural. Las raíces de un árbol muerto que crearon una jaula alrededor de la roca.
Llevo tres horas andando bajo la lluvia. Me vuelvo para el hotel. La lluvia no cede.



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