El título de esta entrada estaba programado desde el principio. Hoy tenía prevista una excursión en kayak por un lago del parque. Pero no ha podido ser. Y no por falta de agua, sino por exceso: ha amanecido lloviendo con avaricia. No era día ni para pasear por el bosque, pero no tenía otra alternativa, así que he ido a ver lagos desde la orilla. Para empezar, el Shewenegan. Con solecito debe ser bonito y todo.
Desde aquí nace un sendero para ir a ver unas cascadas (hoy la cosa iba de agua, ¿recuerdas?). En realidad, el agua daba cuatro saltitos entre las piedras y ya está. No me he acercado mucho para no resbalar. Lo de mojarme más ya me daba igual...
Han seguido más lagos, más agua, más lluvia... A mediodía andábamos igual. Solo había cambiado el nombre del lago (Lac Gabet), pero el tiempo era el mismo.
Aquí debo haber sido el primero en llegar, porque había una tribu de patos pescando.Cuando me han oído llegar, se han ido rápidamente al centro del lago. Yo también he actuado con rapidez: he tomado mi cámara sumergible, he pulsado el botón de disparo, me he cabreado al descubrir que era el botón de programación, he jurado, he reprogramado la cámara a la velocidad del rayo, no tengo ni idea de cómo se programa la maldita cámara. Total, ni foto ni nada. Se ha puesto a llover con ganas, he encontrado un árbol grande bajo el que no llovía y he hecho igual que los patos: comer. Cuando he acabado y ha amainado un poco, me he marchado de allí (algunos patos aún se reían).
A lo largo del día he visto cosas interesantes. Como un árbol-ciempiés, un arce canadiense que iba a su bola o un brote nuevo aprovechando el agua fresca.
Y setas, miles de setas. Pero ya colgué fotos ayer.
Una de las cosas más curiosas que he visto han sido las barbacoas. En Canadá son muy aficionados a ellas, las hay por todos lados. Pero me ha sorprendido verlas instaladas en los lugares de picnic dentro del parque.
Oiga, pero no un cacharro cualquiera, no. ¡Barbacoas firmadas!
Claro que entre que la gente aquí es civilizada y el tiempo es el que es (¿he dicho ya que está lloviendo desde buena mañana sin parar?) no parece que el riesgo de incendio sea elvado.
He acabado en el lago superior del parque, el que pretendía navegar: Wapizagonke.
En ese momento ha dejado de llover, pero ya eran las cuatro de la tarde. Además, no me he fiado de que no volviese a llover. He preferido ir al chiringuito de turno a pedir un café. Pero me he quedado con las ganas, se había acabado. El camarero me ha dicho que estaba "desolé" pero ¡que le habían cortado el agua! Emulando a Serrat y a Sabina he mirado al cielo buscando inspirción pero los únicos pájaros que me han respondido han sido los patos del otro lago, redoblando sus carcajadas.
Me he vuelto para el hotel, claro.
Justo antes de salir del parque aún he visto un último lago. Bien iluminado, con sus reflejos y su canesú.
A buenas horas.