martes, 12 de septiembre de 2017

Ottawa

El centro de Ottawa es relativamente pequeño. En día y medio está visto. De hecho, solo tomé el autobús para volver del aeropuerto al hotel y mañana tomaré otro para ir a la estsción de tren con la maleta. El resto lo he hecho a pie. En un espacio muy pequeño contrastan edificios muy clásicos con otros de cristal enormes y con casas relativamente descuidadas.
El río Ottawa la  separa de su vecina Gatineau. Desde ésta, la fachada de Ottawa es muy bonita. Aquí otra foto como las miles que hay por la red:


La fachada del parlamento me pareció especialmente bonita.

Por la noche proyectan sobre ella un audiovisual sobre la historia de Canadá muy bien hecho.

Aunque para fachadas, ésta que encontré por casualidad el primer día. Parece como si el ayuntamiento hubiera permitido construir solo a condición de que se conservase la fachada. Del número de pisos no dijo nada:

Otros dos eificios espectaculares: el museo de arte y la catedral de Notre Dame. Están uno frente a otro.

Del museo es interesante la entrada de luz en el interior, que ofrece imágenes como estas:



Sin embargo, esta luz no ilumina ninguna sala de exposiciones. Solamente los espacios de paso. De todo lo que tienen expuesto me ha fascinado la escultura inuit. Estas son dos de las piezas más espectaculares:



En cuanto a la catedral, sorprende su interior. Muy colorido, con vidrieras, bóvedas pintadas de azul y un órgano de tubos de madera en el coro.



Hay más cosas, claro. Han sido muchas horas de andar por calles y calles. Al final, el sol se ha ido poniendo sobre la ciudad vecina de Gatineau.




sábado, 9 de septiembre de 2017

Mont Tremblant (II) Agua again

Por fin el agua se queda en los cursos y no me cae encima. Hoy toca paseo en kayak por el río Diable. Tengo el turno de las 10:30 pero como he llegado pronto al parque, pregunto si me lo pueden adelantar. Sí, pueden. A las 9:30, que es el primero. Perfecto. Sobre todo porque resulta que a esa hora no sale nadie más. La salida está en un lago que tengo para mí en exclusiva.
Todo un lujo. Además, hace un día espléndido. El paseo es espectacular. Dispondré del río en exclusiva hasta mediodía.

Todo el recorrido está rodeado de árboles y rocas. Solo se oye el agua contra el kayak y algunos silbidos de pájaros. Pero muy pocos. Solamente veo un pato en todo el recorrido. Aunque el agua es muy clara, en toda la mañana no veo ni un pez. Lo que sí veo son hundimientos de la orilla. Alguno muy curioso, parece un mapa de líneas de nivel.

Otros hacen que los árboles se inclinen sobre el agua creando unos dinteles preciosos para pasar por debajo.
Aunque alguno cae del todo y muere en el agua.
Han sido algo más de cuatro horas de un paseo espectacular. Por la tarde aún tengo tiempo de  hacer una excursión a un punto más arriba en el curso de este mismo río. La cascada del Diablo.
Deduzco que el diablo que dio nombre a este río debía tener un gran sentido de la estética.



Mont Tremblant (I) Más agua

Entre el viaje y la necesaria colada de ropa interior, llego a Mont Tremblant a las tres de  la tarde. Lleva todo el día cubierto, pero no llueve. En la oficia de turismo me atiende una señora sumamenre eficiente. Cuando le digo que quiero ir al parque nacional, me advierte hay que pagar entrada. Mañana es gratis por no sé qué motivo, pero hoy se paga entrada. Vale. Ella insiste: hoy se paga y ya son las tres de lavtarde. Es tan rápida hablando y tan convincente, que estoy  a punto de renunciar a una excursión. Por una entrada de 6 €. Con lo que he invertido para venir al Canadá, casi dejo de entrar en un parque parque nacional por una mísera media docena de euros.
Le dejo hablar un poco más, le pido que me reserve una excursión en kayak para mañana y me voy con un puñado de mapas hacia el parque (aunque a ella le digo que voy al pueblo, para no frustrarla). De momento sigue sin llover, aunque amenaza. Llego al parque poco antes de las cuatro. Me pongo el anorak y la mochila, cierro las puertas del coche y se abren las compuertas del cielo, como se ve en la primera foto que tomo de un lago del parque.


Da igual, iré de excursión. El bosque está mojado (yo más) y a la vez precioso (yo, lo justo). A pesar de la luz amortigada de la tarde, todo brilla. Hoy descubro los árboles subidos a las rocas. Hay muchos, crecen sobre rocas a las que se abrazan con las raíces.


Sigo esta segunda excursión de agua. Llego al lago del pez, que me recibe con un chaparrón mayúsculo. Me tengo que refugiar bajo un abeto.

En el camino de vuelta amaina un poco y encuentro una verdadera escultura natural. Las raíces de un árbol muerto que crearon una jaula alrededor de la roca.
Llevo tres horas andando bajo la lluvia. Me vuelvo para el hotel. La lluvia no cede.



jueves, 7 de septiembre de 2017

La Mauricie (II) Agua

El título de esta entrada estaba programado desde el principio. Hoy tenía prevista una excursión en kayak por un lago del parque. Pero no ha podido ser. Y no por falta de agua, sino por exceso: ha amanecido lloviendo con avaricia. No era día ni para pasear por el bosque, pero no tenía otra alternativa, así que he ido a ver lagos desde la orilla. Para empezar, el Shewenegan. Con solecito debe ser bonito y todo.
Desde aquí nace un sendero para ir a ver unas cascadas (hoy la cosa iba de agua, ¿recuerdas?). En realidad, el agua daba cuatro saltitos entre las piedras y ya está. No me he acercado mucho para no resbalar. Lo de mojarme más ya me daba igual...

Han seguido más lagos, más agua, más lluvia... A mediodía andábamos igual. Solo había cambiado el nombre del lago (Lac Gabet), pero el tiempo era el mismo.


Aquí debo haber sido el primero en llegar, porque había una tribu de patos pescando.Cuando me han oído llegar, se han ido rápidamente al centro del lago. Yo también he actuado con rapidez: he tomado mi cámara sumergible, he pulsado el botón de disparo, me he cabreado al descubrir que era el botón de programación, he jurado, he reprogramado la cámara a la velocidad del rayo, no tengo ni idea de cómo se programa la maldita cámara. Total, ni foto ni nada. Se ha puesto a llover con ganas, he encontrado un árbol grande bajo el que no llovía y he hecho igual que los patos: comer. Cuando he acabado y ha amainado un poco, me he marchado de allí (algunos patos aún se reían).
A lo largo del día he visto cosas interesantes. Como un árbol-ciempiés, un arce canadiense que iba a su bola o un brote nuevo aprovechando el agua fresca.



Y setas, miles de setas. Pero ya colgué fotos ayer. 
Una de las cosas más curiosas que he visto han sido las barbacoas. En Canadá son muy aficionados a ellas, las hay por todos lados. Pero me ha sorprendido verlas instaladas en los  lugares de picnic dentro del parque.

Oiga, pero no un cacharro cualquiera, no. ¡Barbacoas firmadas!


Claro que entre que la gente aquí es civilizada y el tiempo es el que es (¿he dicho ya que está lloviendo desde buena mañana sin parar?) no parece que el riesgo de incendio sea elvado.

He acabado en el lago superior del parque, el que pretendía navegar: Wapizagonke.

En ese momento ha dejado de llover, pero ya eran las cuatro de la tarde. Además, no me he fiado de que no volviese a llover. He preferido  ir al chiringuito de turno a pedir un café. Pero me he quedado con las ganas, se había acabado. El camarero me ha dicho que estaba "desolé" pero ¡que le habían cortado el agua! Emulando a Serrat y a Sabina he mirado al cielo buscando inspirción pero los únicos pájaros que me han respondido han sido los patos del otro lago, redoblando sus carcajadas.
Me he vuelto para el hotel, claro.
Justo antes de salir del parque aún he visto un último lago. Bien iluminado, con  sus reflejos y su canesú.


A buenas horas.

La Mauricie (I) Tierra

El parque nacional de La Mauricie es enorme. Está dividido en varias zonas, a las que se accede en coche. Desde cada una hay marcados circuitos a pie, en bici o en canoa (o kayak). Hoy he hecho un circuito a pie de 8  km.  Al principio había mucha niebla y he temido no ver nada. La primera foto ha sido incluso surrealista:
Sin embargo la niebla se ha levantado y me ha dejado ver los  lagos sin problemas.

Hoy he encontrado unas sillas rojas. El gobierno ha distribuido unas cuantas por todos los parques nacionales, en los sitios con las mejores vistas. Estss son lss del Lac aux Chevaux.


El camio era muy bonito, húmedo y umbrío. Un tanto rompepiernas, con muchas subidas y bajadas, infinidad de raíces cruzando el suelo, piedras, etc. Incluso en algún punto había cuerdas para subir o bajar algún tramo.

 He encontrado varias cosas muy intrsantes. Por ejemplo, varios tipos de líquenes. Uno de ellos formaba jirones colgando de los árboles.
Otro formaba unas colonias que parecían una nevada

Otra cosa muy abundante por el parque: setas. De todos los tipos y tamaños. Las más bonitas eran esta especie de amanita, que tienen unos colores amarillos y anaranjados espectaculares.




En resumen, una gran excursión. 


martes, 5 de septiembre de 2017

Riba nord del Saguenay

El Saguenay és un riu que desemboca al riu Saint Laurent. Al darrer tram fa un fiord molt bonic (de fet, és un parc natural) i avui n'he recorregut la riba nord amb cotxe. He remuntat des de Tadoussac fins al Lac Saint Jean. Des de la carretera no es veu el riu, cal desviar-se per baixar-hi. Jo hi he baixat a Sainte Rose du nord i ha valgut la pena. Fa una badia molt bonica, i el poblet és molt simpàtic, fet de casetes de colors gairebé disposades a l'atzar.


Les ribes estan cobertes d'arbres. Però a aquest poble hi ha una paret gran pelada, que quan es remunta el riu es veu de molt lluny. En diuen Le Tableu (la pissarra) i era una referència vital pels barcos que remuntaven el riu fins a meitat del segle XX. Com ho era la pisarra de l'escola.

Mentre badava pel poblet, he vist unes noies que anaven a sortir en canoa. He pensat dibuixar-les, però no hi he sigut a temps. S'han enfilat, han començat a remar i en un instant ja eren ben lluny. Només he pogut dibuixar això i encara la meitat de memòria.

El destí final d'avui era el llac Saint Jean. Suposadament, molt bonic. El cert és que no ho sé. L'accés a l'aigua és privat. Per tot arreu. O bé s'hi arriba a través dels jardins de les cases, o bé a través de camping. Tota una enserronada. Si ho arribo a saber, m'ho estalvio (esteu avisats). I no poso cap foto.

Tadoussac

És un poblet de la costa, uns 200 km al nord de Quebec. Té regust mariner, és simpàtic. M'he allotjat al Auberge de Jeneuse, que no està gens malament. Hi ha gent molt variada, música cada nit i l'habitació que em va tocar a mi esaba força polida.
Des d'una mica més amunt  d'aquí he anat a veure les balenes. Primer des de la costa i després navegant en kaiak. Ha estat molt interessant. N'hem vist una pila, totes de l'espècie petit rorqual. I també moltes marsopes. Alguna ens ha sortit tan a prop que semblava que les podies tocar amb la mà.

Després, a la tarda, he rondat una estona i he trobat un cartell d'un lloc força conegut.


I he fet mitja volta, és clar :D

viernes, 1 de septiembre de 2017

Sorpreses

Avui ha sigut el dia de les sorpreses. Pasejant pel carrer St. Paul m'ha cridat l'atenció una casa amb un cartell que dia La fàbrica de vins. El nom tenia gràcia. Com a bon turista, hi he anat a fer un foto.
Llavors m'hi he acostat pr llegir el que deia el cartell negre entre les dues portes. Era tota una lliçó de marketing: si no pots amb la competència, copia-la! 
Diu: És el moment de fer CERVESA. 
Qui ha dit por a la competència?  :)

La segona sorpresa ha vingut al mateix carrer. Tot passejant, m'he trobat una esglèsia antiga, la de St. Mathew. Amb un cartell que diu que és esglèsia anglicana amb el seu cementiri i tot. Que és molt infreqüent que estigui dintre d'un municipi. 

Hagués passat de llarg, però en passar pel costat, he vist que a la porta hi havia un cartell que deia "Bibliothèque de la sagristie". Llibres. M'han temptat, encara que fossin religiosos, llibres ereen llibres. Per a la meva sorpresa, no és que a la sagristia de l'esglèsia hi hagi una biblioteca. És que TOTA l'esglèsia és una biblioteca pública! 
Que, per cert, ja no es diu "de la sacristie", sinò Claire Martin, en memòria d'una bibliotecària.

Després d'això, quan he trobat una llibreria de vell deliciosa, he entrat molt animat. I he sortit amb tres libres de teatre de sengles autors canadencs, escrits en francès. Un d'ells es diu L'hôtel des dex-mondes, escrit per Léon-Gérald Ferland el 1988 al Quebec. La sorpresa és que aquest mateix any he llegit una obra de teatre en francès, escrita per Eric-Emmanuel Schmidt el 1999, que es diu exactament igual. 

La darrera sorpresa d'avui me l'ha donat un senyal del carrer. Indicava el camí cap el Cementiri de 'hospital general del Quebec. He pensat que si un hospital general necessita un cementiri propi, mal els va la cosa de la salut...
Però això són anècdotes. El cert és que Quebec és una ciutat preciosa.